(SPANISH) COLOMBIA – EL TERRORISMO REACTIVADO

COMMENTARY ARCHIVES, 13 Mar 2009

Vicente Torrijos R. – Member of the TRANSCEND Network for Peace and Development

Balance y Perspectivas de la Seguridad en Colombia y el Área Andina

1 .- LAS FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS DE COLOMBIA (FARC)

1.1. 2008 : UN ANNUS HORRIBILIS.

Introducción

Quizá el 2008 pasará a la historia del área andina como un annus horribilis para las Farc, dados los importantes acontecimientos que impactaron negativamente la capacidad ofensiva y perturbadora de esta organización armada ilegal.

Algunos de estos acontecimientos fueron puramente casuales y su impacto fue esencialmente simbólico, como la muerte natural de su comandante histórico, Manuel Marulanda Vélez, que supuso para las Farc entrar en un periodo transicional de sucesión que, si bien pudo ser amortiguado por la propia estructura de la organización (basada en el centralismo democrático de inspiración leninista articulado entorno al Secretariado), no por ello dejó de ser traumático en alguna medida.  

En efecto, el nuevo comandante, Alfonso Cano, ha tenido que encarar el reto que supone asumir la dirigencia de una organización mal que bien fragmentada, obligada a la inhibición, desprestigiada política y mediáticamente, y forzada a intentar y experimentar nuevas líneas de acción para las que no se encuentra necesariamente preparada y que suponen asumir los costos asociados a toda reorientación estratégica.

Otros, en cambio, fueron resultado de la cristalización de los esfuerzos que de manera sostenida ha realizado el Estado colombiano durante la última década, asociados al Plan Colombia y a la Política de defensa y seguridad democrática (Psd), tales como las exitosas operaciones “Fénix” (que condujo a la eliminación del cabecilla Raúl Reyes y la destrucción de su campamento en el área de santuario que le proporcionaba la frontera norte ecuatoriana) y “Jaque” (que permitió el rescate de 15 secuestrados, entre ellos los simbólicos Ingrid Betancourt y 3 norteamericanos).  

A ello debe también sumarse la deserción de algunos mandos medios —acompañada de la fuga con secuestrados como Oscar Tulio Lizcano, o de la eliminación de otros cabecillas como en el caso de Iván Ríos—, que dan cuenta del grado de pérdida de cohesión, dificultad comunicacional y otras tendencias centrífugas que vienen afectando a esa organización.

Sin embargo, aunque la estrategia militar del Estado ha dado estos frutos significativos, sería un atrevimiento estratégico suponer el fin de las Farc o la desaparición de su capacidad para constituir una amenaza a la seguridad colombiana en particular, y de América Latina en general.

Dicho de otro modo, se trata de una organización sumamente resistente, altamente adaptativa, y que dispone todavía de importantes recursos (económicos, logísticos y políticos) para continuar operando, aunque pueda pensarse que le resulta necesario cambiar de orientación estratégica (e intensificar, por ejemplo, el uso de tácticas terroristas a medida que pierde capacidad o voluntad de librar combates abiertos con la Fuerza pública).  

Ello explica por qué está todavía lejano el escenario en el que las Farc accedan a una negociación con el Gobierno colombiano, y por qué es necesario por tanto mantener la prudencia en la valoración de los posibles escenarios futuros.

Elementos de análisis

A .-  Sostenibilidad del esfuerzo militar.  Tal como parece entenderlo el Gobierno colombiano, la tendencia no es otra que la de sostener los esfuerzos militares desplegados hasta el momento, al tiempo que se le impide a la organización guerrillera cualquier espacio de oxigenación.  

En esta lógica, la presión y el acorralamiento constante obligarán a la organización a no desplegar su capacidad ofensiva y llevarán inevitablemente a su mayor anquilosamiento y descomposición, o la obligarán a entrar más profundamente en el ámbito del terrorismo comprometiendo por lo tanto buena parte de su capital político (basado, no en el apoyo popular como en su habilidad para entablar relaciones y traducir su capacidad de hacer daño en gestiones de alto impacto político nacional e internacional).

Aunque esto no significa asumir una inflexibilidad absoluta, significa que, en principio, el Gobierno colombiano tenderá a conservar sus posiciones ‘inamovibles’ con que ha condicionado toda aproximación hacia las Farc, por ejemplo en materia de intercambio humanitario.

B .- Intensificación de la dimensión política.  Al mismo tiempo, el Gobierno parece privilegiar y reforzar la dimensión política de su estrategia contra las Farc.  

En el orden interno, ello significa el incremento de los mecanismos de supervisión y control de la actividad militar, con el fin de evitar episodios que puedan erosionar o comprometer la legitimidad de los esfuerzos de la Fuerza pública (tal como ocurrió durante este año con los “falsos positivos” y el tema de las ejecuciones extrajudiciales).  

Igualmente, supone hacer esfuerzos para mantener el consenso político que durante los dos periodos presidenciales de Alvaro Uribe le ha permitido al país encarar institucionalmente el desafío que las Farc plantean en materia de seguridad, evitando tanto como sea posible la fragmentación de las élites y de la clase política, asuntos que podrían poner en riesgo las condiciones de gobernabilidad que han hecho viable el esfuerzo realizado hasta ahora.  

Por último, supone la tendencia, cada vez más clara, a desarrollar una estrategia de involucramiento y contención con el fin de evitar que terceros actores (nacionales y/o internacionales ; gubernamentales y/o no gubernamentales) capitalicen algunos temas transversales de la agenda de seguridad —como la suerte de los secuestrados— en su propio provecho (y en provecho indirecto de las Farc), mediante la configuración de escenarios de presión en los cuales del Gobierno quedaría reducido a espectador de una interlocución entre ellos y la organización guerrillera, sin capacidad de impulsión o de definición de la agenda.

Esto último es válido también en el orden estrictamente interno : con la experiencia acumulada, la tendencia es evitar a toda costa el injerencismo descontrolado de actores externos calculando cuidadosamente la medida precisa de su participación en actividades de mediación o facilitación en el conflicto intraestatal e irregular que padece el país.

C .- Previsiones y mutaciones.  Dado el escenario configurado con las Farc, resulta plausible esperar que la dinámica de la confrontación atravesará importantes mutaciones.  

Las más importantes tienen que ver con la migración de las Farc hacia una insurgencia de carácter fundamental (y ya no accesoriamente) terrorista, y con su progresiva implosión y descomposición en grupúsculos menores dedicados al bandidaje y a la depredación, sin mayores agendas políticas, alimentados por los mercados de violencia que existen en el país.  

Por lo tanto, las autoridades estatales parecen cada vez más empeñadas en emprender ejercicios exploratorios de planeación estratégica con el fin de que, al irse produciendo tales mutaciones, los operadores de seguridad del Estado se encuentren en condiciones de responder de manera inmediata y eviten así la extensión de los efectos perturbadores que traerán consigo.

Conclusión (1)

Los importantes éxitos obtenidos contra las Farc durante el 2008 son el resultado, sobre todo, del esfuerzo sostenido del Estado para anticipar y contener su actividad ofensiva.  

Ese esfuerzo tiende a sostenerse, impidiendo cualquier posibilidad de oxigenación de la organización.  Pero, al mismo tiempo, aparece cada vez más  acompañado de un fortalecimiento de la estrategia política y de un cálculo preciso de las mutaciones y transformaciones que está en proceso de sufrir la dinámica de seguridad en Colombia, para evitar, precisamente, que los éxitos de 2008 —en todo caso parciales y no necesariamente irreversibles— terminasen siendo vanos e intrascendentes.

1.2. LAS FARC EN PERSPECTIVA

Introducción

Como ya se dijo, el 2008 pasará a la historia de las Farc como uno de los años con mayores implicaciones estratégicas para esa organización armada ilegal : un año en que una conjunción de acontecimientos y el esfuerzo acumulado durante años por el Estado (en ejecución de su Psd) condujeron a afectar negativamente y en consecuencia, a limitar, la capacidad ofensiva y operativa de las Farc.

En ese sentido, la erosión de su capacidad de perturbación, especialmente en el campo militar, implica un condicionamiento importante de las perspectivas futuras inmediatas de las Farc, que se ven abocadas a un futuro determinado, además, por su creciente pérdida de cohesión interna y de penetración social, por su acentuado descrédito político, por su intensificada dependencia del narcotráfico —con la criminalización colateral que ella implica— y por la incertidumbre que les genera el estrechamiento de sus opciones políticas hacia el futuro.

De ahí que los próximos meses supondrán para las Farc un esfuerzo máximo de resistencia (activa), en el que el comportamiento de la organización estará orientado a asegurar su supervivencia con la expectativa de que las elecciones congresionales y presidenciales del 2010 conduzcan a la configuración de un escenario político que les facilite, ya sea la oxigenación y la recomposición, o, por lo menos, unas mejores condiciones de interlocución (y negociación de fondo) con el Estado colombiano.

Y como a pesar del complejo y difícil escenario que enfrentan, las Farc no están todavía derrotadas, las confrontaciones armadas internas, cualquiera que sea la forma en que se presenten y se desarrollen, tienden a perpetuarse en tanto las facciones en conflicto conserven volúmenes suficientes de voluntad y de capacidad de lucha (armada + política).  

Así las cosas, las Farc pueden estar experimentado importantes constricciones en cuanto a su capacidad, pero no es tan claro hasta qué punto han visto afectada realmente su voluntad de persistir en el antagonismo armado y político con el Estado, acostumbradas como están —como consecuencia de su largo historial en la guerra popular prolongada— al aprendizaje, a las transformaciones y a la readaptación, especialmente en condiciones en las que, como ha sido habitual en Colombia, las políticas de seguridad y de paz se caracterizan por la falta de continuidad y la improvisación (de lo cual las Farc han obtenido una y otra vez réditos más que importantes).

Elementos de análisis

A .- Interferencia política.  Todo parece indicar que el principal objetivo de las Farc seguirá siendo generar importantes niveles de turbulencia política, con el fin de deslegitimar la Psd, acorralar al Gobierno en temas sensibles (principalmente, el del intercambio humanitario y la liberación de los secuestrados), deteriorar el consenso político existente en materia de seguridad (el cual ha sido la base de la recuperación de la capacidad de respuesta y anticipación de la Fuerza pública), e influir en la opinión pública de cara a las elecciones del 2010, en las que aspirarían a la configuración de un Gobierno que, no necesariamente afín, fuera mucho más flexible frente a sus pretensiones.

B .- Injerencia internacional.  A la par con la producción de interferencia política interna, las Farc buscarán escenarios para recomponer y explotar simpatías en el campo internacional, especialmente con gobiernos como el de Venezuela y Ecuador, que por distintas razones podrían estar interesados en intervenir, solapada o abiertamente, en las dinámicas internas de seguridad de Colombia, por ejemplo, coincidiendo con la expectativa de las Farc de que Colombia vire hacia la izquierda (bolivariana radical) en las elecciones de 2010.  

Para ello, el principal recurso del que disponen sigue siendo el mercantilismo  humanitario y la eventualidad de que terceros actores (externos) en conjunción con algunos interlocutores internos (no gubernamentales) actúen como facilitadores o mediadores de procesos de liberación unilateral de algunos secuestrados, con lo cual lograrían por otro lado, afectar la legitimidad del Gobierno colombiano, marginarlo del proceso de interlocución directa y reducir sus opciones políticas y su capacidad para mantener la iniciativa en el proceso de definición de la agenda.

C .- Terrorismo de baja intensidad.  Aunque la actividad política, tal como quedó señalado, ocupe un lugar prioritario, las Farc mantendrán su actividad violenta, ajustándola a las nuevas condiciones.  

Estos ajustes, determinados por la imposibilidad de embarcarse en grandes ofensivas y combates directos con la Fuerza pública, supondrán un incremento de sus actividades predatorias y, sobre todo, de su recurso a un terrorismo selectivo y de baja intensidad, orientado a crear en la opinión pública la falsa imagen de una creciente capacidad ofensiva, a distorsionar las condiciones reales de seguridad obtenidas gracias a la Psd, a urbanizar el conflicto (e incidir, por esa vía, en la definición de la agenda pública de seguridad), y a inducir un clima caos y temor generalizado.

Conclusión (2)

A pesar de haber sido profundamente afectadas por la Psd, las Farc están lejos de estar (y sobre todo, de sentirse) efectivamente derrotadas.  

El escenario final está todavía lejos de haberse configurado, y ninguno de los logros alcanzados debe considerarse absolutamente irreversible.  

Las Farc siguen centrando sus expectativas en la configuración de un escenario político interno favorable en 2010, ya sea con la expectativa de aprovecharlo para oxigenarse o para obtener mejores términos en una negociación potencial.  

De ahí la importancia que la dimensión política de la confrontación seguirá adquiriendo en los próximos meses, mientras incrementan, a modo de compensación por la reducción de su potencial militar, su habilidad asimétrica, es decir, el recurso al terrorismo con creciente funcionalidad estratégica (y no simplemente táctica).

2 .- EL EJÉRCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL (ELN)

2.1. 2008 : LA PARÁLISIS ESTRATÉGICA

Introducción

El Eln constituye tal vez una de las incógnitas más importantes en el análisis de la problemática de seguridad interna de Colombia.

Aunque fue beneficiario, al igual que las otras dos principales organizaciones ilegales (las Farc y las Autodefensas unidas de Colombia —Auc—) de la bonanza económica y de base social que durante la segunda mitad de los años 90 derivaron de la intensificación y profundización de sus relaciones con el negocio del narcotráfico, y que supieron capitalizar hábilmente en el contexto de crisis de gobernabilidad y legitimidad que alcanzó sus cotas más altas durante el gobierno del presidente Ernesto Samper (1994-1998), el Eln, sin embargo, nunca alcanzó las cotas de desarrollo, movilidad y control territorial de los que llegaron a gozar las otras dos organizaciones armadas.

Siguiendo su habitual lógica estratégica, por otro lado, esta guerrilla mantuvo, a la par con la confrontación armada, un contacto más o menos permanente y fluido con el Estado, no exento de altibajos.  

Diversos intentos de diálogo directo en el exterior y distintas formas de mediación y facilitación, condujeron finalmente al inicio de una serie de rondas exploratorias que se prolongó durante cerca de tres años y que finalmente parecen haberse estancado sin que, por lo pronto, ninguna de las partes haya roto, al menos expresamente, su interlocución con la otra, incluso a pesar de un pronunciamiento de alias Gabino (a mediados del 2008) en el que descarta una negociación integral y definitiva, y sobre todo, de la aparente pérdida de contacto entre el cabecilla Francisco Galán y el Comando central de esa organización.

Severamente disminuida su capacidad ofensiva, agotada la experiencia de las “rondas exploratorias” (que llegaron a ser nueve a lo largo de tres años y que finalmente se estancaron justo cuando se esperaba dar el salto definitivo hacia la firma de un acuerdo base para la negociación), reducido a una posición marginal dentro del espectro de la seguridad, y sin embargo, todavía capaz de constituir una amenaza para el Estado y las instituciones, ¿en qué situación se encuentra el Eln ?

Elementos de análisis

A .- La encrucijada.  La posición del Eln no es para nada envidiable.  Si por un lado es consciente de su debilidad, por el otro no es menos consciente de la necesidad de evitar que su conducta pueda ser interpretada como entreguismo revolucionario (lo cual lo haría traidor a la causa a ojos de las Farc), o sea empleada por el Gobierno para elaborar un discurso triunfalista (lo cual lo haría aparecer como el primer gran derrotado por cuenta de la Política de seguridad democrática, y como una organización cobarde que pide la negociación justo cuando el Estado parece estar en su momento de gloria, luego del positivo balance del 2008 frente a las Farc).

Por tanto, el cálculo del Eln se halla sujeto a estos condicionamientos, de tal modo que la agrupación hará todo lo posible para que su conducta futura, cuando se presente la oportunidad, ni la ponga del lado de los traidores a la revolución (una imagen que no puede darse el lujo de cargar históricamente) ni la convierta en instrumento de la propaganda oficial (lo cual sería, en últimas, más grave aún que una derrota infligida por la vía militar).

B .- Factores determinantes.  El panorama del Eln es todavía más complejo por cuenta de algunos factores determinantes de su futuro inmediato : enfrenta el riesgo de perder su principal activo político, es decir, su base social y política, la misma que le permite tener una mejor imagen que la de las Farc, le facilita la interlocución con importantes sectores de la sociedad, y que incluso le serviría de colchón sobre el cual aterrizar en la arena política en el futuro.  

Este activo político podría devaluarse por puro agotamiento, por pérdida de la perspectiva de la negociación a medida que parecen consolidarse los logros de la Psd.

Por si fuera poco, el Eln está siendo objeto de presiones militares ‘fratricidas’ por parte de las Farc en algunas zonas estratégicas (no obstante la colaboración que, paradójicamente, puedan estar manteniendo en otras), y tiene perfectamente claro que uno de sus posibles destinos, de no tomar la decisión estratégica adecuada, puede ser la absorción o el exterminio por parte de las Farc, tal como ha sucedido con otros grupos subversivos en el pasado.

C .-  Aspiraciones.  En este contexto, resulta comprensible la posición reciente del Eln : no habrá negociación integral y definitiva con el Gobierno Uribe.  Un discurso que coincide con el que han manifestado las Farc en reiteradas oportunidades.  

Sin embargo, queda la incertidumbre sobre el grado en que será sostenible esta posición : si deja pasar demasiado tiempo, y suponiendo que las tendencias de la Psd se mantengan en el terreno militar y de inteligencia, el Eln podría acabar convertido en un actor irrelevante, incapaz de generar un interés genuino en el Gobierno (del cual depende la posibilidad de obtener de éste concesiones a la hora de negociar), y por lo tanto, ante la nada agradable perspectiva de tener que someterse luego de haber rechazado la negociación.  

Y por otro lado, no cabe duda de que el Eln mira con expectativa el curso que pueda tomar la dinámica de las relaciones entre las Farc y el Gobierno nacional como consecuencia de las liberaciones unilaterales de secuestrados ejecutadas por aquella organización y la (eventual) pre-negociación de un intercambio humanitario.

Conclusión (1)

A pesar de las recientes declaraciones de alias Gabino, todo indica que el Gobierno colombiano no considera como “tiempo perdido” el invertido en las rondas exploratorias de negociación con el Eln.  De alguna manera, esas rondas han servido para crear una base que podría ser retomada.  La decisión del Eln de rechazar, al menos por ahora, la posibilidad de negociar, se explica sobre todo por las constricciones a las que se encuentra sometido.  

Sin embargo, otro tipo de factores podría llevar al Eln a modificar su actitud.  En ese sentido, el Gobierno no declina en el interés de sondear en busca de nuevos incentivos, políticos y jurídicos, que arrastren al Eln a la negociación, incluso incurriendo en algunos costos inmediatos pero que a largo plazo (una vez obtenida la negociación con ese grupo) podrían fácilmente recuperarse en forma de un incremento de la presión sobre la otra organización ilegal, las Farc, y de la reducción de su espacio de transacción en una futura negociación con el Gobierno.

2.2. EL ELN EN PERSPECTIVA

Introducción

Si para las Farc el 2008 constituyó uno de los más complicados y difíciles de su historia, para el Eln bien puede decirse que constituyó uno de significativo estancamiento y creciente marginalización dentro de la problemática de seguridad interna de Colombia.

Con todo, tanto en un caso como en otro, los avances que en términos generales puede reclamar el Estado colombiano en su lucha contra estas dos organizaciones armadas ilegales no pueden ser interpretados ni como definitivos ni como irreversibles.  

Ambas organizaciones vienen siendo duramente golpeadas por la sostenida aplicación de la Política de seguridad democrática y como consecuencia de su consolidación, pero esto no debe ocultar el hecho de que aún conservan una importante capacidad desestabilizadora y de que, en algunas regiones, aún mantienen una notoria presencia y fuerte actividad (relativa).

En lo que respecta al Eln, las perspectivas que plantea el escenario de la seguridad están determinadas por un conjunto de factores que, de una u otra manera, condicionarán la evolución de las relaciones de esta organización armada ilegal con el Estado, en un contexto caracterizado —como ya se señaló— por el innegable debilitamiento militar de la organización y su creciente marginalidad política (a pesar de que, en comparación con las Farc, siga disponiendo de bases sociales aparentemente más sólidas y establecidas).

Los factores que influirán con mayor peso son :

·    El definitivo agotamiento del modelo exploratorio de conversaciones con el Estado, sin que se vislumbren perspectivas de destrabamiento, sobre todo después de las declaraciones de alias Gabino en el sentido de que no habrá negociación posible con el Gobierno de Álvaro Uribe.

·    La evolución de la dinámica Farc/Estado en función, especialmente, del curso que tome el tema del intercambio humanitario con esa otra organización.

·    El impacto creciente de algunas tendencias centrífugas y de fragmentación al interior de la organización, con la consecuente disminución de la capacidad de control y de representación de las instancias jerárquicas superiores como el Comando central.

Algunas consideraciones para el análisis

A .- ¿Renovar las dinámica ?  Parecen vislumbrarse pocas oportunidades y expectativas de renovación de los acercamientos con el Gobierno nacional.  

Todo parece sugerir que, a semejanza de las Farc, el Eln preferirá concentrarse y conservarse, haciendo un mínimo despliegue de fuerza y de capacidad ofensiva, con la mirada puesta en la configuración política que llegue a resultar en el curso de los procesos electorales de 2010.  

Por ahora, el gobierno Uribe parece haber perdido toda capacidad de interlocución con esa organización.  En tales condiciones, el Eln podría acabar intentando generar un canal paralelo y extra-estatal para repetir el procedimiento de ‘acompañamiento de la Sociedad Civil’ que condujo anteriormente a las rondas exploratorias, sólo que ahora con la finalidad instrumental de presionar políticamente al Gobierno, cuestionar su capacidad para gestionar la paz e incidir en el futuro escenario político interno.

B .- ¿Mediación externa ?  Aunque habitualmente podría pensarse en una mediación externa como estrategia para reactivar la dinámica de la interlocución, las condiciones de contexto no están dadas para ello y resultan poco propicias, dadas las justas reservas que suscita en el Estado toda intervención exterior, y por cuenta también del inevitable uso propagandístico y político que el Eln le daría a una intervención semejante.

C .- El efecto reflejo.  En cualquier caso, el Eln estará observando cuidadosamente la evolución de la dinámica de las relaciones entre el  Estado y las Farc.  

Cualquier movimiento del Gobierno en ese escenario, producirá un efecto reflejo en el Eln.  Ello será especialmente cierto en el caso del intercambio humanitario, un tema en el que las rondas exploratorias anteriores parecieron dar algún fruto antes de que el experimento se estancara de manera definitiva.

En consecuencia, no es casual que las relaciones competitivas que existen entre ambas organizaciones ilegales (y también las relaciones de cooperación que, por otro lado, le han dado aliento a los esfuerzos de una y otra en algunas regiones), estén siempre sometidas a intensa observación.

Esas relaciones competitivas pueden constituir el punto de apoyo para un apalancamiento positivo, y por lo tanto, el Estado, pero también la sociedad civil, parecen aún interesados en valorar permanentemente la posibilidad de influenciar “transitivamente” en la disposición del Eln a negociar.

Conclusión (2)

Por lo pronto, parecen existir muy pocas posibilidades de avanzar en una nueva dinámica de negociación con el Eln.   Todo indica que esta guerrilla, al igual que las Farc, concentrará sus esfuerzos en sobrevivir —con el menor desgaste— hasta el 2010, con la esperanza de explotar el escenario político que resulte configurado de los procesos electorales de ese año (ya sean de continuación del uribismo o de advenimiento del posturibismo).

Entre tanto, parece que el Estado reconoce claramente las presiones a las que está sujeto el Eln, y en especial, las que resultan del impacto de fuerzas centrífugas que minan cada día su integridad organizacional.

De tal modo, es apenas comprensible que se sostenga plenamente la presión militar, al tiempo que se mantiene una retórica abierta y flexible para valorar permanentemente el impacto de la dinámica Estado/Farc en las expectativas del Eln, configurándose así un interesante escenario estratégico marcado por el (transitorio) estancamiento de la interlocución con esa organización armada ilegal, y dada su aparente opción por la resistencia (pasiva).

3 .- LAS BANDAS CRIMINALES EMERGENTES (BACRIM)

3.1. 2008 : LA REPOTENCIACIÓN ATOMIZADA

Introducción

Las aquí denominadas ‘Bacrim’ (mutantes de las antiguas Autodefensas Unidas de Colombia, Auc) constituyen un género en el que pueden distinguirse varias especies : las bandas criminales al servicio del narcotráfico —mercaderes de violencia con fines criminales—, los grupos de autodefensa ilegal que no se vincularon al proceso de desmovilización y sometimiento a la justicia en el marco de la “ley de justicia y paz”, y nuevas formaciones conformadas por elementos marginales de las organizaciones armadas ilegales que no han sido absorbidos eficientemente dentro del proceso de desmovilización, desarme y reintegración, ya sea porque su defección de las organizaciones armadas ilegales se ha producido al margen de éste o porque han abandonado el proceso antes de completar el ciclo de retorno a la vida civil.

Estas Bacrim operan en el marco de un importante mercado de violencia que en Colombia está constituido por una oferta (la de aquellos que conocen y han administrado la violencia en diversas regiones del país, ya sea con fines presuntamente políticos o meramente sicariales), y una demanda (la asociada con las necesidades de protección, vigilancia y  control de las organizaciones macrocriminales, y en particular, el narcotráfico).

Algunas consideraciones para el análisis

A .- La criminalización de los reductos y la emergencia de nuevos grupos.  Las autodefensas ilegales, que surgieron hace más de veinte años como respuesta a una presunta demanda de seguridad no satisfecha por el Estado, o como mecanismo compensatorio de las deficiencias en la capacidad disuasiva y anticipatoria de los operadores de seguridad legítimamente constituidos, si bien estuvieron contagiadas desde el principio por sus vínculos con distintos aparatos criminales, enmarcaron su actividad en un modelo de lucha contrainsurgente al margen de la legalidad y adoptaron muy pronto diversas prácticas de violencia unilateral, especialmente contra civiles no combatientes en áreas históricamente influenciadas por las organizaciones guerrilleras.

Esa tendencia a la criminalización y a la práctica de la violencia indiscriminada parece haberse acentuado tanto en los reductos no absorbidos por el proceso de negociación (llamado ‘proceso de Ralito’) como en las nuevas bandas armadas, en el marco de una dinámica —hasta cierto punto previsible— de mutación y transformación de la amenaza.

Esta mutación y transformación podría caracterizarse por :

·    Una tendencia a la atomización, la flexibilización y la autonomización de los distintos grupos.

·    Una tendencia a la dispersión geográfica y a la transhumancia.

·    Una intensificación de sus vínculos con el crimen organizado común a gran escala (macrocriminalidad), principal (aunque no exclusivamente) asociada al narcotráfico.

·    La aparición de un “bandolerismo de franquicia”, en el que distintos grupos, con intereses y modos de proceder distintos y variables aparecen compartiendo una misma denominación (v.gr., “Águilas negras”), sin que realmente pueda suponerse una unidad de mando o coherencia organizacional.

B .- La naturaleza híbrida de las Bacrim.  Estas nuevas bandas tienen una naturaleza híbrida que dificulta enormemente los esfuerzos por contenerlas.

Por un lado, se trata de verdaderas estructuras armadas, más que de simples carteles de actividades ilícitas.  Es decir, pueden llegar a constituir una amenaza militar.  

Pero por el otro, sus actividades esencialmente predatorias y delincuenciales, a veces como agentes directos de delitos como el narcotráfico, o como proveedores de servicios especializados para los grandes capos de tales delitos, hacen de ellas una amenaza básicamente policial, así que el Estado parece estar comprendiendo que sólo mediante una adecuada coordinación de esfuerzos entre los distintos operadores de seguridad podría contenerse su expansión, consolidación y capacidad de alteración del orden público y la seguridad ciudadana.

C .- El impacto creciente en materia de seguridad.  Dadas sus características, no tiene procedencia —y así lo ha entendido el Gobierno nacional— aplicar a estas bandas el marco normativo existente derivado de la ley de Justicia y Paz (utilizada, precisamente, para regular el proceso de reincorporación a la vida civil).  

En consecuencia, el Gobierno colombiano parece inclinado a mantener un esfuerzo sostenido de contención y eliminación por la vía represiva, que iría enlazado y en paralelo con los esfuerzos de reducción de la amenaza representada por las organizaciones del narcotráfico que son los principales usuarios de los servicios de violencia que prestan estas bandas, sin llegar a desconocer, no obstante, su potencial autonomía y su cercano orbitamiento alrededor del fenómeno del bandidaje.

De hecho, la dispersión y fragmentación de estos grupos, y su potencial empoderamiento económico, podría tener como efecto una difusión social de la violencia, que de producirse acabaría siendo por regla general mucho más indiscriminada y aleatoria, afectando especialmente la realidad y los indicadores de la seguridad ciudadana.

Conclusión y perspectiva

Las Bacrim son el resultado de la mutación de la amenaza originalmente encarnada por los grupos de autodefensa ilegal, y su conjunción con otros factores catalizadores de la aparición de los denominados “mercados de violencia”.  

Su naturaleza híbrida (de amenaza militar y amenaza a la seguridad ciudadana) está obligando al Gobierno colombiano a incrementar la coordinación de los operadores de seguridad a todo nivel, con el fin de desarrollar una estrategia que impida su consolidación territorial y su empoderamiento económico a través del control predatorio de actividades ya sea lícitas o ilícitas.  

De lo contrario, estas malformaciones podrían generar, en el mediano plazo, un impacto sumamente negativo en las condiciones de seguridad pública, como resultado de un incremento de la criminalidad y la creciente violencia indiscriminada en contra de la población.

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Vicente Torrijos R. – Profesor Titular de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la Universidad del Rosario, de Bogotá, Colombia.

 

This article originally appeared on Transcend Media Service (TMS) on 13 Mar 2009.

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