(Castellano) Nuevo diseño del Triángulo de la Violencia: La búsqueda de un lugar para curar el Trauma a través de un Trabajo de Paz

CONFLICT RESOLUTION - MEDIATION, ORIGINAL LANGUAGES, 2 Dec 2019

Kirthi Jayakumar – TRANSCEND Media Service

Resumen

El triángulo de la violencia, introducido por Galtung, describe la violencia directa como un hecho que emana de una violencia estructural y cultural subyacente. El punto focal permite un entendimiento convincente sobre cómo cada instancia de la violencia directa representa algo subyacente que necesita ser abordado. Mediante la presentación del argumento de que la violencia cultural y estructural es un trauma que no ha sanado y no ha sido resuelto, este informe investiga más a fondo y defiende la expansión del contexto presentado por Galtung. Al hacer esto, este informe argumenta a favor del abordaje del trauma sin sanar para así poder abordar tanto los factores estructurales y sistémicos que mantienen a la violencia con vida, así como las manifestaciones directas de violencia.

Introducción

En la primer aula en la que dicte un curso sobre el bullying, la sanación del trauma subyacente demostró ser uno de los factores decisivos para terminar con los conflictos violentos persistentes entre los estudiantes. El bullying era un problema serio en el aula. Muchos de los estudiantes eran los acosadores de vez en cuando. Pero constantemente un joven acorralaba a una de las niñas más pequeñas, le robaba las cosas y las tiraba por la ventana y la empujaba a ella contra la pared cada vez que tenía la oportunidad de hacerlo. Luego de nuestro tiempo juntos, hubo un cambio importante entre estos dos jóvenes en particular. Al final del curso, se invitó a los estudiantes a que compartan sus experiencias y que cuenten qué eran lo que esperaban cambiar. Al contar sus historias, la joven acosada habló sobre cómo la había hecho sentir su acosador. Contó que estaba pasando un tiempo difícil por la separación de sus padres luego de años de violencia por parte de su padre hacia su madre y que no podía lidiar con más bullying. Al escucharla, el acosador se le acercó y la abrazó hasta romper en llanto. Él contó que también estaba lidiando con un hogar roto, en el que la violencia por parte de su padre era intolerable. Ambos se ayudaron mutuamente a lo largo del divorcio de sus padres y hoy en día son mejores amigos. [i]

Ambos eventos traumáticos eran similares. Excepto que uno de ellos se tornó agresivo y el otro sumiso. Él buscaba reivindicar poder al volverse violento. Ella perdió su poder al volverse sumisa. El simple hecho de compartir y empatizar hizo que se restablezca la paz entre ambos. Esta lección fue mi primera perspectiva de cómo el hecho de sanar y abordar el trauma son de gran importancia para transformar el espectro de diferentes tipos de conflictos violentos e incluso hasta hoy sigue inspirando mi pensamiento. Desde el bullying en escuelas secundarias hasta la guerra abierta, los diferentes tipos de conflictos violentos representan un espectro en lugar de bloques aislados de conflictos que se excluyen mutuamente.

Comenzaré este informe por explorar los impactos del trauma, específicamente aquellos que se manifiestan en la forma del aumento de probabilidades de un regreso a la violencia directa, la formación de nuevas formas de violencia estructural y el fortalecimiento de formas de violencia estructural ya existentes. Luego examinaré el triángulo de la violencia (1969)  y haré una “nueva” versión del triángulo. Por último, argumentaré que abordar el trauma puede permitir una transformación del conflicto, en particular, a través de la justicia transicional.

El impacto del trauma

El trauma se experimenta como resultado de, entre otras cosas, alguna forma de violencia, ya sea: estructural, cultural o directa (Chaitin, 2014). Puede ser física, emocional o psicológicamente dolorosa y, usualmente, se experimenta de tal forma que vuelve débil al individuo (Joseph, Williams y Yule, 1997).

El conflicto violento tiene consecuencias desastrosas para la población civil en cuanto al trauma: tanto físico como psicológico (Maynard 1997; Thulesius y Hakansson, 1999). Dado que la población no tiene acceso a los usuales sistemas de apoyo durante la existencia de un conflicto violento (Maynard, 1997): el trauma sigue sin ser abordado. Las víctimas del trauma “usualmente desmejoran rápido, son socialmente marginados y luchan para contribuir a sus comunidades” (Thiessen, 2013: 3).

Sin embargo, más allá de las consecuencias individuales, el trauma tiene consecuencias significativas para la comunidad en general. Tal como lo explica Herman (2015), los eventos traumáticos repercuten de forma negativa en las relaciones humanas en todos los niveles: desde lo personal hasta lo colectivo, y más allá, hasta lo social. Ella explica que los incidentes traumáticos “…rompen la construcción del yo, la cual se forma y mantiene gracias a la relación con otros… y tiene efectos principales no solo en las estructuras psicológicas del ser, sino también el los sistemas de apego y sentido que vinculan al individuo con su comunidad” (Herman, 2015: 50). De este modo, se puede decir que las sociedades que no abarcan el trauma colectivo resultante de conflictos violentos pueden ser vulnerables a volver a la guerra o cualquier forma de violencia.

Varios países que experimentaron conflictos violentos son testimonio de esto (Walter, 2010). De los 103 países que participaron en guerras civiles entre 1945 y 2009, el 57 % terminaron recayendo en conflicto y, en el proceso, quedaron atrapados en una “trampa de conflicto”, como lo llaman Collier and Sambanis (2002), (Walter, 2010). El problema, entre otra variedad de factores, reside en no haber acabado por completo con conflictos anteriores al abordar la causa fundamental, incluidos los traumas.

El impacto del trauma en la comunidad puede entenderse como una o la combinación de cualquiera de estas consecuencias: un incremento en las probabilidades de un regreso a la violencia directa, la creación de nuevas formas de violencia estructural y un baluarte aumentado de formas existentes de violencia estructural.

Si no se controla, el trauma puede llevar a un incremento en las probabilidades de un regreso a la violencia directa. Como Maynard (1997) señaló, las relaciones sociales que una vez fueron pacíficas y sanas se volvieron vulnerables al caos luego o durante un conflicto violento. En especial porque grupos se enfrentan unos a otros, con recelo, miedo e ira tiñendo sus opiniones sobre los otros. Muchas de estas emociones aparecen en primer plano como resultado del trauma infligido por el conflicto violento y, en el momento en que hay una reaparición de la violencia, esos grupos de identidad tienen a volverse incluso más rígidos y cualquier posible cooperación o colaboración se torna difícil (Walter 2010).

El trasfondo del trauma sin sanar puede ser desastroso para la estructura de cualquier sociedad. Muchos de los líderes políticos del mundo saben esto e, incluso, lo han usado para su beneficio al catalizar la violencia para conseguir sus propio objetivos.

La retórica de Adolf Hitler y el método de Slobodan Milosevic para reavivar la agonía que surge del trauma culminaron en guerras espeluznantes (Balke, 2002) y consecuencias peligrosas para las poblaciones contra las que se movilizaban y para generaciones posteriores de comunidades completamente diferentes. El Holocausto, del cual Hitler fue la mente maestra, llevó a impactos psicosociales negativos manifestados en forma de “relaciones hostiles entre judíos y palestinos, las guerras, operaciones e intifadas entre israelíes y árabes e israelíes y palestinos”   (Chaitin, 2014: 476).

El trauma también puede conducir al desarrollo de nuevas formas de violencia estructural y a la vez, probablemente, fortalecer las ya existentes. Como explica Johnson (1999),

el trauma crea una base para la agresión y lo hace mediante diferencias existentes y el incremento de malos entendidos entre grupos beligerantes. De hecho, el trauma sin sanar y no reconocido da lugar a estructuras y culturas violentas. Volkan (2006: 173) señaló que los traumas pueden ser “elegidos, graves o  calientes”.

Describe al trauma elegido como una representación mental compartida de hechos históricos que causaron daños, sentimientos de impotencia, derrota, victimización, vergüenza y humillación por parte de “otros” donde ocurrieron “pérdidas drásticas de personas, tierras, prestigio y dignidad” (Volkan, 2006: 173).

Explicó que cuando ocurre dicho trauma, la imagen de “ YO lesionado” de las víctimas se “deposita” en la siguiente generación, la cual sigue con el “proceso de luto” con la esperanza de terminar con él (Volkan, 2006: 173-174). Cuando no se aborda el trauma porque la siguiente generación no tiene poder, el trauma se transmite a la generación siguiente. Volka (2006) explica que eventualmente este tipo de transmisiones termina en que cada generación haga elecciones inconscientes para conservar la representación mental, la cual se desencadena cuando hay latente una sensación de peligro. Por su parte, el grupo en sí mantiene vivo la inversión emocional, es decir, que el trauma sigue siendo “caliente” (Volkan, 2006). El trauma elegido funciona como un medio para mantener con vida a la víctima (Volkan 2006) y como estructura de alimento para dichos tipos de traumas. Así se vuelve rígido cuando estos se benefician al encontrar las estructuras bajo amenaza (Galtung, 1969).

Como explicó Chaitin (2017) al mirar la conexión entre el trauma y la violencia a través del ejemplo de Israel y Palestina, los efectos traumáticos duraderos del Holocausto prepararon el camino para la enemistad entre Israel y Palestina, la cual se mantiene activa gracias a las estructuras que fortalecen ocupación militar israelí en Palestina (Zertal, 2005). Chaitin (20141) llama a esto el trauma elegido de Israel. El apoyo que Israel obtiene de los Estados Unidos de América en el ámbito internacional, el servicio militar obligatorio para los jóvenes que se basa en las memorias traumáticas del Holocausto para transmitir un sentimiento de peligro urgente por parte de Palestina, el cual luego alienta a los jóvenes a formar parte de la armada y la fragmentación geográfica de Palestina se mantiene gracias a controles (Turner, 2015) constituyen lo que Turner (2015) llama esfuerzos “cinéticos sofisticados” de Israel para mantener a Palestina ocupada. Chatin (2014) reconoce al Nakba como el trauma elegido de Palestina, cuya extensión es la actual ocupación y sitio de Gaza (Bar-Tal, 2013).

El trauma y la justicia transitoria: reformular el triángulo de la violencia

El famoso triángulo ABC de Johan Galtung explica la violencia directa como una manifestación de violencia estructural y cultural subyacente que se mantiene escondida.

Figura 1

Como explica Zizek (2010) en la introducción de su libro sobre la violencia, la violencia subjetiva (directa) no puede ser vista desde la misma “posición” desde la cual se ve la violencia objetiva (indirecta). Usualmente la violencia subjetiva es vista como una “perturbación del estado pacífico de los acontecimientos” cuando en realidad, “sale a la luz como el resultado de una lucha compleja” (Zizek, 2010: 2). Mientras que Galtung y Zizek reconocen los trasfondos de la violencia indirecta como el contexto del cual emana la violencia, no reconocen que todas las formas de violencias subyacentes son un trauma sin sanar y no abordado.

Teniendo esto en mente, propongo una versión reconstruida del triángulo de la violencia, incluido el trauma, el cual se muestra en la figura 2.

Figura 2

En mi versión del triángulo, discuto que la violencia indirecta, específicamente la violencia estructural y la cultural, están ocultas en lugar de ser invisibles. Producen efectos tangibles, y en consiguiente son reales aunque ocultos. Uno ve a la violencia estructural prevalecer en estructuras institucionales que son violentas por naturaleza y también ve la violencia cultural prevalecer en la forma de opiniones tradicionalistas y culturales, las cuales abstienen a una sociedad  de un estado pacífico. Galtung (1990: 219-305)

define a la violencia directa como un evento y a la violencia estructural como un proceso, mientras que atribuye a la violencia cultural el estado de no ser variable.

Argumenta que el “ciclo de la violencia” puede originar de cualquier ángulo y propagarse hacia otros (Galtung, 1990: 302).

Yo sostengo que el triángulo fluye de abajo hacia arriba, aunque la manifestación puede originarse en cualquier ángulo, el trauma subyacente es la causa de cualquier violencia. Este trauma es invisibles o, mejor dicho invisibilizado, especialmente donde no se le da importancia al trauma de las comunidades afectadas cuando se prefiere la amnistía por sobre la justicia.

Galtung (1990) ofrece un ejemplo en su trabajo seminal sobre la violencia cultural, en la que habla sobre la evolución y trayectoria de la esclavitud. Explica que lo que comienza un caso de “violencia masiva directa a través de los años se filtra y sedimenta como violencia estructural masiva” y “produce y reproduce la violencia cultural masiva con las ideas racistas en todos lados”  (Galtung, 1990: 295). A lo largo del tiempo, argumenta que son las estructuras y las culturas las que permanecen. Al manifestarse de las tres formas es un claro ejemplo de ruptura de la violencia. Sin embargo, el denominador común se mantiene como un trauma sin resolver.

La “discriminación” que Galtung describe como violencia estructural y el “prejuicio” que él considera como constitutivo de la violencia cultural son representativos de un trauma subyacente sin resolver.

Si se hubiese resuelto el trauma de la esclavitud, de la muerte, de la discriminación y de la depravación que sufrieron aquellos que formaron parte de la trata de esclavos, el sistema de construcción (“discriminación) y la barrera psicológica cultural (“prejuicio”) no subsistirían. Uno puede querer ir más a fondo en la historia para identificar si algún trauma precedió a la violencia de la esclavitud en sí, pero es mejor dejarlo para futuras investigaciones. De tomas formas, es fácil ver que esta desigualdad y situación de violencia van a continuar hasta que el trauma subyacente se tome lo suficientemente en serio (McGrattan, 2014).

Dado que la violencia es experimentada y absorbida de forma única en términos de los efectos que deja tras su paso, es necesario reconocer que en la búsqueda de justicia transicional a nivel colectivo, los actores individuales también necesitan hacer esa transición hacia la justicia a través de la sanación. En palabras de Gibney et al. (2008: 1) los “demonios del pasado” necesitan ser tratados si las sociedades quieren construir un mejor futuro después del conflicto violento. Es vital para cualquier intento de abarcar la violencia del pasado, no solo para reconocer a la violencia en sí y sus impactos, sino también para ofrecer un “enfoque global holístico, el cual permitirá que uno enfrente el trauma de manera dominante y multidimensional”  (Kulska, 2017: 24).

El trauma da como resultado resultados vívidos de la historia, los cuales contienen un sentimiento de victimismo que sigue toda forma de violencia (Kulda, 2017: 25). Reconocer,  abordar y facilitar la sanación del trauma es vital para consolidar la paz y la justicia, ya sea de forma restauradora o transitoria (Zehr, 2008). Sin embargo,  rara vez se ha reconocido esto. Si el trauma no es abordado o si se reprime, hay muchas posibilidades de que se manifieste de formas desastrosas (Kulska, 2017: 27; Brown, 2012: 446). Puede resultar ser un obstáculo para conseguir justicia transicional.

La rúbrica de la justicia transicional (ICTJ, 2018) comprende los procesos penales, la búsqueda de la verdad, las reparaciones y las reformas en el sector de la seguridad. Sin embargo, el trauma no se menciona. Consustancialmente, la justicia transicional para las personas es un medio para reconciliarse con el pasado y para sanar. No obstante, solo reconocer esto no es suficiente; se debe dedicar los medios suficientes para abordar de forma específica el trauma y  sanarlo . Medidas como el gacaca en Ruanda, lisan en Timor Oriental y el ritual ugandés de romper huevos (Lambourne, 2014) aunque en principio dan lugar a dicha sanación, usualmente  fracasan en hacer un seguimiento cuando surgen diferentes desafíos de la ampliación de la amnistía a criminales que enfrentan represalias por decir lo que pensaban y todo lo que se encuentra en un punto intermedio. La prevalecía de las dinámicas de poder, también como el miedo persistente de represalias y desconfianza en el sistema, han impedido la sanación del trauma.

Dentro del modelo de alcance para la justicia transicional como existe actualmente, la inclusión de un enfoque dedicado al abordaje y la sanación del trauma llenarán el intersticio entre la búsqueda de la verdad y las reparaciones. La búsqueda de la verdad no es suficiente para esto, pero un enfoque sólido e íntegro para operatividad esa verdad y así ayudar a sanar es vital. Esto implica que se debe tener cuidado para eliminar cualquier factor que pueda mantener a la verdad escondida y para priorizar la sanación del trauma. Al hacer esto, es vital reconocer que no es importante solo el reconocimiento y el abordaje del trauma, sino que también realizar el cuidado necesario para sanar el trauma con el debido respeto para las posibles consecuencias de dicho paso en el futuro (Kulska, 2017). Si no se sana o aborda el trauma de manera apropiada puede tener tanto consecuencias duraderas como perjudiciales que pueden afectar a la sociedad en el presente y en el futuro.

Referencias:

  1. Balke, Edward (2002) Trauma and Conflict Prevention: A Critical Assessment of the Theoretical Foundations and Contribution of Psychosocial Projects in War-torn Societies. London: Development Studies Institute, LSE.
  2. Bar-Tal, Daniel (2013) Intractable conflicts: Socio-psychological foundations and dynamics. New York, NY: Cambridge University Press.
  3. Brown, Kris (2012) ‘What It Was Like to Live Through a Day: Transitional Justice and the Memory of the Everyday in a Divided Society’, The International Journal of Transitional Justice 6(3): 444–466.
  4. Chaitin, Julia (2014) ‘‘I need you to listen to what happened to me’: Personal Narratives of Social Trauma in Research and Peacebuilding’, American Journal of Orthopsychiatry 84(5): 475-486
  5. Collier, Paul & Nicholas Sambanis (2002) ‘Understanding Civil War: A New Agenda’, Journal of Conflict Resolution 46(1): 3-12.
  6. Galtung, Johan (1969) ‘Violence, Peace, and Peace Research’. Journal of Peace Research 6(3): 167-191
  7. Galtung, Johan (1990) ‘Cultural Violence’, Journal of Peace Research 27(3): 291-305
  8. Gibney, Mark, Rhoda E. Howard-Hassmann, Jean-Marc Coicaud & Niklaus Steiner. (2008) The Age of Apology. Facing Up to the Past. Philadelphia: University of Pennsylvania Press.
  9. Herman, Judith L (2015) Trauma and Recovery: The Aftermath of Violence–From Domestic Abuse to Political Terror. UK: Hachette.
  10. International Center for Transitional Justice (2008) Transitional Justice [online] available from: <https://www.ictj.org/about/transitional-justice> [16 December 2018]
  11. Johnson, Nuala (1999) ‘Historical geographies of the present’. In Modern historical geographies. ed. by Graham B. and Nash C. Harlow: Prentice Hall, 251–272.
  12. Joseph, Stephen, Ruth Williams & William Yule (1993) ‘Changes in outlook following disaster: The preliminary development of a measure to assess positive and negative responses’. Journal of Traumatic Stress 6(2): 271-279.
  13. Kulska, Joanna (2017) ‘Dealing with a Trauma Burdened Past: between Remembering and Forgetting’, Polish Political Science Yearbook 46(2): 23–35
  14. Lambourne, Wendy (2014) ‘Transformative Justice, Reconciliation and Peacebuilding’. In Transitional Justice Theories. ed. by Buckley-Zistel, S., Beck, T. K., Braun, C., and Mieth, F. Oxon: Routledge, 19-39.
  15. Maynard, Kimberly (1997) ‘Rebuilding community: Psychosocial healing, reintegration, and reconciliation at the grassroots level’. In Rebuilding societies after civil war: Critical roles for international assistance. ed. Kumar, K. Boulder, CO: Lynne Rienner Publishers, 203-226.
  16. McGrattan, Cillian (2014) ‘Peace Building and the Politics of Responsibility: Governing Northern Ireland’ Peace and Change 39(4): 519-541
  17. Thiessen, Chuck (2013) ‘Community Reconciliation: The Wounds of War and the Praxis of Healing’. In Conflict, Violence, Terrorism and their Prevention. ed. by Kendall, A. J., Morrison, C., and Ramirez M.J. Cambridge: Cambridge Scholars Publishing Limited, 178-192.
  18. Thulesius, Hans & Anders Hakansson (1999) ‘Screening for post-traumatic stress disorder symptoms among Bosnian refugees’, Journal of Traumatic Stress 12(1): 167-174.
  19. Turner, Mandy (2015) ‘Peacebuilding as counterinsurgency in the occupied Palestinian territory’, Review of International Studies 41(1): 73–98
  20. Volkan, Vamik (2006) Killing in the name of identity: A study of bloody conflicts. Charlottesville, VA: Pitchstone Publishing.
  21. Walter, Barbara F (2010) ‘Conflict Relapse and The Sustainability of Post-Conflict Peace’, World Development Report 2011 Background Paper, Graduate School of International Relations and Pacific Studies University of California, San Diego
  22. Zehr, Howard (2008) ‘Doing Justice, Healing Trauma – The Role of Restorative Justice in Peacebuilding’. Peace Prints: Southasian Journal of Peacebuilding 1(1): 1 – 16.
  23. Zertal, Idith. (2005) Israel’s Holocaust and the politics of nationhood. Cambridge, UK: Cambridge University Press.
  24. Zizek, Slavoj (2010) Violence: Six Sideways Reflections. London: Profile Books.

NOTA:

[i] El autor ha descrito esta historia en una charla TED, titulada “What if we teach peace, for a change?” en  EDxChennai, 23 de octubre de 2016:

httpv://www.youtube.com/watch?v=ST1ngpIWkBE

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Kirthi Jayakumarm, de Chennai, India, nacido en 1987, es parte del programa MA (Peace and Conflict Studies) en Center for Trust, Peace, and Security en la Universidad de Coventry, de Reino Unido. Kirthi es el fundador/director general de The Red Elephant Foundation yel Presidente Barack Obama le entregó el premio US Presidential Services Medal (2012) por sus trabajos como voluntarios en Delta Women NGO. Ha recibido dos veces el premio UN Online Volunteer of the Year Award (2012, 2013). Su trabajo ha sido publicado en The Guardian y TIME Magazine. Ha sido reconocida por EuropeAid en el “200 Women in the World of Development Wall of Fame in 2016”. Kirthi recibió en 2017 el premio Digital Women Award por su impacto social de SheThePeople, el premio Person of the Year Award, 2017 (Brew Magazine) y the Yuva Samman in 2018 (MOP Vaishnav College).

Original in English: Redrawing the Galtung Triangle – Finding Place for Healing Trauma in Peace Work

Translated by TRANSCEND Member from Argentina Sara Horowitz


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This article originally appeared on Transcend Media Service (TMS) on 2 Dec 2019.

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